martes, 17 de julio de 2012

La naturaleza en nueve tiempos

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I
Bailarinas de New York aterrizan en la casa de una bruja.
También llueve en Buenos Aires.

Hay agua y hay fuego, en el agua lo ardiente 
consume su frivolidad.

Mirando, él sonríe
no entiende pero sabe
que algo va mal.

II
Son cuadros
paisajes con árboles
gasolineras

hombres que miran al norte, mujeres que miran al sur.

Han decidido morirse sin hablar.

III
Con todo no se puede
la ventana, la silla, la fuerza de la gravedad,
él, yo, y la piel.
La piel entre dos cenizas.
También flores azules, también nieve,
y lo sé por su barba.

A más barba más humo.

IV
Nadan en la superficie, apenas tocan el agua
son como el humo.
Donde hubo fuego, donde hubo oxígeno
ahora nada.

Así son las cosas. Parecen mantener un orden.

V
Él habla y dice que el cuadro está construido
para distraer.
Pintando la luz del crepúsculo
consigue que solo importe ese rincón
oscuro.
Toda luz es roja, pero el rojo señala una esquina
sórdida

que es pozo.

VI
La verdad,
por ella pinta.

VII
También sus palabras se quedaron arrodilladas en la esquina.
Ahora suenan pero no se oyen
como semillas que intentan germinar

sin saber que están muertas.

Silencio
(Como humo sube).

VIII
El viento
ha visto caer una rama gigante
que desde la ventana parecía fuerte pero
era un trozo muerto de

naturaleza.

IX
Entre dos risas no encuentra el aire.
Algo va mal, le aprieta.
Echa de menos la risa.
Sabe que volverá.

No sabe cuándo.