Elogio de la Libertad
por Sara Veiras
"La tecnología es la herramienta que amplía las posibilidades de acción y elección del individuo, fortaleciendo su libertad." - Julian Simon.
Nací en un país pobre, educado, y libre. Sin tecnología. No teníamos agua corriente, ni electricidad. Con algunas velas y un pozo de agua atravesé mi infancia. Sin exquisitos cuidados maternos porque los adultos debían trabajar. Dura, muy duramente.
Sin exquisitos cuidados odontológicos, y sin exquisitos cuidados médicos, sobrevivimos mi hermano pequeño y yo. En libertad, en manos de la vida al desnudo, corriendo a la intemperie. Cazando sapos. Remontando cometas.
Me gustaban mis maestros, los libros, me gustaba correr al margen de la autoridad, sin la necesidad de competir para recibir premios. A veces me veía obligada a ello. Fue doloroso.
Yo crecía y el mundo crecía a mi alrededor. Las reglas, los horarios, las calificaciones académicas, las faltas de ortografía… todo crecía.
Fue difícil mantener a flote mi espíritu libre. Mi creatividad. Mi forma personal de estar en el mundo.
Estudié Filosofía, felizmente. No fue una buena elección económica pero aprendí a pensar. Desarrollé mi instinto de origen, mi mundo propio, mi pequeña verdad. Me hice fuerte y flexible a la vez.
Ahora ya he dado las seis vueltas por la rueda de la vida que demanda el Iching.
Estoy bien, salí de un lugar llamado Dificultad y llegué a esta silla, frente a este ordenador conectado -gracias a internet- al mundo entero, al conocimiento, a lo más exquisito que nos ofrece la cultura si sabemos acercarnos a ella.
No ha sido rápido, ni fácil: Los viajes espaciales, los robots, la inteligencia artificial, la blockchain, los trasplantes de órganos, etc, etc… El mundo televisivo de los Supersónicos de mi infancia, ya está aquí.
Las posibilidades que se abren de la mano de estas herramientas tecnológicas impulsan al humano vital. Nuestra posibilidad de elección crece. El mundo sigue ensanchándose a mi alrededor y con él me ensancho yo misma: Mi creatividad, mi esperanza, mi libertad.
Estos logros tecnológicos que ensanchan mi existencia provienen del trabajo duro, del ahorro y de la inversión, que son las tres patas en las que se sustenta el Capitalismo. Un Capitalismo que ha sido posible gracias a la fuerza de carácter de aquellos que no se rindieron y que lucharon por sus sueños hasta alcanzarlos.
En mi entorno de “progres”, pues vivo en una Social-Democracia y estoy rodeada de progres, se confunde Capitalismo con Consumismo, y se dice, de una forma reiteradísima, de una forma que ya cansa y aburre, que el Capitalismo consiste en la explotación inhumana y en el aplastamiento de la identidad de los sujetos, entre otras cosas -siempre horribles-.
Cuando escucho estas opiniones me pongo al rojo. A raíz de este totalitarismo de los progres que te obligan a pensar como ellos porque de lo contrario te atacan -con insultos, jamás con argumentos-, he desistido de dedicar mi tiempo a la vida social. No vale la pena intentar conversar con quienes saben Tanto-Tanto, y poseen la GRAN VERDAD sobre quienes son los culpables de todos los males del mundo.
Estos sabios son gente extraña, pues si bien poseen LA VERDAD, ni siquiera saben distinguir entre Capitalismo y Consumismo. Entre Liberal y Libertario. Entre Fascismo y Libertad de opinión, etc, etc.
Yo les regalaría dos cosas: Un diccionario y “El arte de la guerra” de Sun-Tzu
Confundir Capitalismo con Consumismo es enervante, y lo más triste es que ocurra en grupos de personas que se dedican profesionalmente a buscar la pequeña verdad que habita en los sujetos.
Ser Capitalista y ser Consumista son dos maneras distintas de estar en el mundo. Dos formas de carácter distinto. Distintos valores.
Y confundir estos dos mundos lleva a destruir conceptos importantes relacionados con la libertad; porque ser libres implica tener unos objetivos propios, elegidos a partir de nuestra reflexión y no a partir de la propaganda, la publicidad y la moda. Un consumista es una víctima del entorno, un ser sin carácter que será llevado de la nariz hacia su propia ruina. Un capitalista es aquel que quiere crear su propio entorno, es alguien que intenta -aunque no siempre lo consiga-, forjar su vida con su propio esfuerzo, elegir su sueño y luchar por llegar a él sin rendirse, atravesando las dificultades que resulte necesario, y siempre sostenido por su propio carácter, al margen de un padre protector.
El Capitalista produce servicios y bienes. La interacción entre el productor y el consumidor es libre -o debería serlo-. Para que se ponga en marcha esta libertad se requiere la colaboración de todos los intervinientes. Por lo tanto el consumidor, el usuario de los servicios, también tiene que ser capaz de poner en marcha su propia libertad de adquirir aquello que le resulte conveniente para su propio progreso. Un consumista es una víctima que consiente -por la razón que sea, incluida la propia pereza y debilidad de carácter- a adquirir algo que lo despoja de su futuro. Consumir cosas que no representan alguna forma de ahorro o inversión, es lo mismo que cavar tu propia tumba. Recordemos que venimos de la intemperie y que ella nos está esperando a la vuelta de cualquier esquina.
“Lo natural no es la riqueza, lo natural es la pobreza” Miguel Anxo Bastos (gallego).
¿De quién es la responsabilidad de esta mala gestión que hace el usuario consumista de su libertad?
No veo por dónde se puede culpar al capitalismo de la irresponsabilidad del consumidor. Al consumidor hay que pedirle que se forme. Que tome las riendas de su vida. Tiene la libertad de hacerlo. Al consumidor hay que alentarlo a que expanda su carácter, puesto que es un ser humano.
El carácter capitalista requiere tener la capacidad de postergar la satisfacción, requiere de planificación, requiere proponer una hoja de ruta para alcanzar un objetivo, y cumplir las etapas con paciencia, constancia y esfuerzo. Aquí no se regala nada. La recompensa se hace esperar.
Esta forma de estar en el mundo no tiene nada que ver con el Carpe Diem de un Consumista, que solo busca la satisfacción inmediata de su capricho, muchas veces, incluso, a crédito.
Gracias al trabajo duro, al ahorro y a la inversión de nuestros antepasados hoy disfrutamos de recursos que nos permiten seguir construyendo nuestro mundo. Ensanchándolo:
*Iremos a Marte, ¿comprenden?
Los humanos somos fuertes -no todos, claro, pero esto tiene que ser así. Como bien sabemos: Todos no existe-. Somos creativos. Somos seres deseantes, conectados con nuestra falta podemos buscar caminos nuevos, tener aventuras, curiosear por ahí: Por nuestro bellísimo planeta y por nuestro inconmensurable universo.
Yo amo al ser humano. Me hace feliz verlo luchar, crear, inventar, imaginar. Comprometer los latidos de su corazón en su sueño. Caer y levantarse. No rendirse jamás. Querer y seguir queriendo a pesar de todos los pesares.
El potencial del humano y la libertad son dos de las caras de la belleza.
¡Viva la Libertad! Viva todo aquel que no se rinde. Que no se deja camelar por el Estado Paternalista y Progre!