miércoles, 8 de mayo de 2024

 Elogio de la Libertad 

                                                                      por Sara Veiras

"La tecnología es la herramienta que amplía las posibilidades de acción y elección del individuo, fortaleciendo su libertad." - Julian Simon.


Nací en un país pobre, educado, y libre. Sin tecnología. No teníamos agua corriente, ni electricidad. Con algunas velas y un pozo de agua atravesé mi infancia. Sin exquisitos cuidados maternos porque los adultos debían trabajar. Dura, muy duramente.

Sin exquisitos cuidados odontológicos, y sin exquisitos cuidados médicos, sobrevivimos mi hermano pequeño y yo. En libertad, en manos de la vida al desnudo, corriendo a la intemperie. Cazando sapos. Remontando cometas.

Me gustaban mis maestros, los libros, me gustaba correr al margen de la autoridad, sin la necesidad de competir para recibir premios. A veces me veía obligada a ello. Fue doloroso.

Yo crecía y el mundo crecía a mi alrededor. Las reglas, los horarios, las calificaciones académicas, las faltas de ortografía… todo crecía. 

Fue difícil mantener a flote mi espíritu libre. Mi creatividad. Mi forma personal de estar en el mundo. 

Estudié Filosofía, felizmente. No fue una buena elección económica pero aprendí a pensar. Desarrollé mi instinto de origen, mi mundo propio, mi pequeña verdad. Me hice fuerte y flexible a la vez.

Ahora ya he dado las seis vueltas por la rueda de la vida que demanda el Iching.

Estoy bien, salí de un lugar llamado Dificultad y llegué a esta silla, frente a este ordenador conectado -gracias a internet- al mundo entero, al conocimiento, a lo más exquisito que nos ofrece la cultura si sabemos acercarnos a ella.

No ha sido rápido, ni fácil: Los viajes espaciales, los robots, la inteligencia artificial, la blockchain, los trasplantes de órganos, etc, etc… El mundo televisivo de los Supersónicos de mi infancia, ya está aquí.

Las posibilidades que se abren de la mano de estas herramientas tecnológicas impulsan al humano vital. Nuestra posibilidad de elección crece. El mundo sigue ensanchándose a mi alrededor y con él me ensancho yo misma: Mi creatividad, mi esperanza, mi libertad. 

Estos logros tecnológicos que expanden mi existencia provienen del trabajo duro, del ahorro y de la inversión, que son las tres patas en las que se sustenta el Capitalismo. Un Capitalismo que ha sido posible gracias a la fuerza de carácter de aquellos que no se rindieron y que lucharon por sus sueños hasta alcanzarlos.


En mi entorno de “progres”, pues vivo en una Social-Democracia y estoy rodeada de progres, se confunde Capitalismo con Consumismo, y se dice, de una forma reiteradísima, de una forma que ya cansa y aburre, que el Capitalismo consiste en la explotación inhumana y en el aplastamiento de la identidad de los sujetos, entre otras cosas -siempre horribles-.  


Cuando escucho estas opiniones me pongo al rojo. A raíz de este totalitarismo de los progres que te fuerzan a pensar como ellos porque de lo contrario te cancelan o atacan -con insultos, casi nunca con argumentos-, he desistido de dedicar mi tiempo a la vida social. No vale la pena intentar conversar con quienes siempre saben más que yo acerca de quien es el culpable de todos los males del mundo.


Estos sabios son gente extraña pues, en mi humildísima opinión, no distinguen entre Capitalismo y Consumismo. Entre Liberal y Libertario. Entre Fascismo y Libertad de opinión, etc, etc. 

Yo les regalaría dos cosas: Un diccionario y “El arte de la guerra” de Sun-Tzu. Bueno, les regalaría tres, imitando al divertido Jacques Lacan: una cena en el Ritz.


Confundir Capitalismo con Consumismo es enervante, y lo más triste es que ocurra en grupos de personas cuya bandera es la verdad.

Ser Capitalista y ser Consumista son dos maneras distintas de estar en el mundo. Dos formas de carácter distinto. Diferentes valores.

Confundir estos dos mundos lleva a destruir conceptos importantes relacionados con la libertad porque ser libres implica tener unos objetivos propios, elegidos a partir de nuestra reflexión y no a partir de la propaganda, la publicidad y la moda. Un consumista es una víctima del entorno, un ser sin carácter que será llevado de la nariz hacia su propia ruina. Un capitalista es aquel que quiere crear su propio entorno, es alguien que intenta -aunque no siempre lo consiga-, forjar su vida con su propio esfuerzo, elegir su sueño y luchar por llegar a él sin rendirse, atravesando las dificultades que resulte necesario, y siempre sostenido por su propia visión, al margen de un padre protector.


El Capitalista produce servicios y bienes. La interacción entre el productor y el consumidor es libre. Si no lo es intenta buscar en el diccionario otra palabra para denunciar la manipulación del mercado -hay muchas: fraude, robo, feudalismo...

El Capitalismo es la tecnología que se pone en marcha para permitir un libre intercambio de bienes que beneficia a todas las partes. Se basa en la libertad y requiere la colaboración de todos los intervinientes. Por lo tanto el consumidor, el usuario de los servicios, también tiene que ser capaz de poner en marcha su propia libertad de adquirir aquello que le resulte conveniente para su propio progreso. Un consumista es una víctima que consiente -por la razón que sea, incluida la propia pereza- a adquirir algo que lo despoja de su futuro. Consumir cosas que no representan alguna forma de ahorro o inversión es lo mismo que cavar tu propia tumba. Recordemos que venimos de la intemperie y que ella nos está esperando a la vuelta de cualquier esquina. 

“Lo natural no es la riqueza, lo natural es la pobreza” Miguel Anxo Bastos (gallego).


¿De quién es la responsabilidad de la mala gestión que hace el usuario consumista de su libertad?

Los progres consideran que la responsabilidad es del Capitalismo y a él lo culpan de cualquier forma de pobreza, pero yo los aliento a que observen con atención la forma de comportarse de los consumidores.

¿Se preguntan los progres si habrá que pedirle al consumidor que se forme, que tome las riendas de su vida ya que tiene la libertad de hacerlo?

¿Habrá que pedirle al consumidor que desarrolle su sentido crítico, que deje de ser el infans que espera del otro todas las soluciones?

 

El carácter capitalista requiere tener la capacidad de postergar la satisfacción, requiere de planificación, requiere proponer una hoja de ruta para alcanzar un objetivo, y cumplir las etapas con paciencia, constancia y esfuerzo. Aquí no se regala nada. La recompensa se hace esperar. 

Esta forma de estar en el mundo no tiene nada que ver con el Carpe Diem de un Consumista, que solo busca la satisfacción inmediata de su capricho, muchas veces, incluso, a crédito.


Gracias al trabajo duro, al ahorro y a la inversión de nuestros antepasados hoy disfrutamos de recursos que nos permiten seguir construyendo nuestro mundo. Ensanchándolo: 

*Iremos a Marte, ¿comprenden?

Los humanos somos fuertes -no todos, claro, pero esto tiene que ser así porque como bien sabemos: “Todos” No Existe. Somos creativos. Somos seres deseantes, conectados con nuestra falta podemos buscar caminos nuevos, tener aventuras, curiosear por ahí: Por nuestro bellísimo planeta y por nuestro enigmático universo.


Yo amo al ser humano -No a “Todos”, claro-. Me hace feliz verlo luchar, crear, inventar, imaginar. Comprometer los latidos de su corazón en su sueño. Caer y levantarse. No rendirse. Querer y seguir queriendo a pesar de tantos pesares.


El potencial del humano y la libertad son dos de las caras más hermosas de la belleza.


¡Viva la Libertad! Viva todo aquel que no se rinde. Que no se deja camelar por el Estado Paternalista y Progre!