viernes, 27 de marzo de 2009

Siglo XXI

El entramado social reveló fisuras que provocaron el derrumbamiento de las instituciones. Miles de personas que lo habían perdido todo reclamaban justicia. El cielo se atiborró de cohetes llenos de emprendedores en busca de otros mundos. Mientras el mar quedó cubierto de cayucos repletos de víctimas que intentaban huir del hambre. El letrado, un experto en satisfacer a los oyentes con esperanzadores discursos, esta vez no supo qué decir, y buscó refugio en sus recuerdos. Allí el deseo infantil se saciaba intercambiando historietas de espías por gominolas. ¿Qué había sido de aquellos niños?, se preguntó, pero sin respuesta volvió a lo suyo, dictaminar la sentencia. El veredicto resultó inapelable, aunque sirvió de poco, porque no se podía encarcelar a la naturaleza humana, que con su egoísmo había causado aquel desbarajuste. Sólo cabía volver a empezar, erradicar la codicia, aprender a compartir, elegir entre leer una historieta o comer una golosina. "Quererlo todo para sí representa el principio del fin", explicó el letrado en el último minuto, antes de que la cuerda sujetada por la multitud extrangulara su voz.

jueves, 26 de marzo de 2009

El amor entre rejas

Anhelando volar, respiró. Contuvo el aire y su abdomen se hinchó hasta convertirse en un globo que consiguió elevarse por encima de los muros. Le esperaban cinco horas de felicidad en brazos de Morfeo y como siempre, antes de despertar, compartiría con ella una taza de té:

–Hoy he visitado el laboratorio de Melquíades –dijo, saboreando la deliciosa mezcla-. Es un gran científico. Ha diseñado una taza que lleva un micrófono incorporado. Se activa al entrar en contacto con un líquido caliente. Les regalará un ejemplar de su invento a varias mujeres y podrá escuchar sus conversaciones. Quiere formar una familia con aquella que manifieste mayor compresión y lealtad.

Ella se despertó sobresaltada, como todos los días desde que él cayera preso y se viera obligado a vivir en aquel lejano lugar... Corrió hacia la cocina, calentó el agua y llenó la taza. Respiró profundamente, el exquisito aroma calmó su ansiedad:

– Te esperaré toda la vida –le dijo.