viernes, 1 de enero de 2010

juez y parte

La primavera la sangre altera. Yo diría que es la estación de las grandes querellas, y estos jacintos en flor me recuerdan mi debut en la carrera judicial -dijo, mirando a través de la ventana.
Se trató de un arbitraje entre esponsales. Ella solicitaba la mitad de la nómina del marido, argumentando que necesitaba recibir un salario por sus faenas. Él pedía que ella cumpliera una jornada laboral de ocho horas. Ella aceptó, exigiendo que se contabilizaran las cuatro de "ñaca ñaca" que él demandaba cada noche, y que la dejaban exhausta para afrontar el trabajo del día siguiente.
Tal planteamiento alteró mi sangre, lo confieso. Yo llevaba años de matrimonio y mis vivencias nocturnas consistían en convivir con un hombre de espaldas –agregó, voliéndose para mirarme.
Aquella primavera de mi debut, también cargada de jacintos, la sorprendente pareja abrió un horizonte para mi deseo que procuro realizar desde entonces -concluyó la juez, clavando en mí una mirada inquietante.