sábado, 15 de mayo de 2010

Revolutionary (Crónica de Madrid)

Ayer asistí a una tertulia de psicoanalistas. El tema giró en torno a la obra de Richard Yates: Revolutionary Road. No se trató de crítica literaria, por supuesto. El psicoanálisis busca conocimiento, por eso se acerca a todo aquello que se lo facilite, en este caso una novela con personajes en los cuales hincar el diente de la interrogación.
Fue fascinante. Yo asisto a varios eventos similares en apariencia. Actividades poéticas y artísticas de músicos, pintores y escritores, siempre dispuestos a compartir su arte, y que se explayan con la intención de conquistar mis oídos (demasiadas veces perplejos frente a su in/equitativa sordera). Pero los psicoanalistas son un terreno aparte. Ellos escuchan, leen escuchado, oyen escuchando, viven escuchando. Esto los hace únicos. Una cantera sobre la cual florecen frutos exóticos y fértiles.
Me sentí dentro de una Big Band de Jazz donde los solos hacían brillar diferentes ángulos de una pieza compleja, de una verdad inquietante, de unos actos humanos que, en última instancia, resultan insondables. Todo ello sobre un fondo de reflexión intensa, sensible, conmovedora, angustiosa. Pura magia del corazón y del alma. Magia de la palabra que se construye en torno a una herida que intenta sanar.