martes, 3 de febrero de 2009

Ojo por ojo

-Este jurado desestima su apelación, condenándole a trece años de cárcel –sentenció el juez Ortiz. Luego preguntó: ¿Tiene algo qué decir?
-Conozco tus costumbres –escupió Camacho.
La verdad es que el juez era un hombre de hábitos. Por las mañanas, los juzgados. Y por las noches aquel club, el mismo rincón, el mismo camello… Eso facilitó las cosas, y Camacho calculó la venganza con tanta precisión como Ortiz la condena. Aunque lo curioso es que la ejecutó el día que el juez volvió a repartir otros trece años entre unos traficantes asustados como niños. Entonces Camacho sobornó al camello de Ortiz, que le sirvió el corte gourmet, trece veces más puro. Lo demás fue asunto de las costumbres del juez...
Al día siguiente, Camacho leyó desde su celda: “Irreversible Crisis Cardiaca”.
Misteriosamente la pancarta colgó de la pared de la cárcel hasta las trece horas de aquel día, lo cual, también estaba previsto.