sábado, 7 de octubre de 2023

 Día H: La urgencia ( De mis Cartas a Elon Musk)


Retrato de un indiferente:

La característica principal de un indiferente es su inabarcable inutilidad.

El indiferente hace como que trabaja: consume las horas y con ellas la energía fósil, solar, eólica… para moverse de aquí para allá. Y solo produce inutilidad. 

Y si digo inutilidad, ya lo estoy halagando. Ojalá solo fuera inutilidad lo que produce un indiferente.

El problema es que el indiferente, en aras de la inutilidad, produce mierda. 

Mierda plástica. De la cual, a la tierra, le lleva siglos limpiarse.

Mierda producida por una vida plástica que no sabe amar, y menos aún, amarse.




¿Experimentará Elon alguna vez, la urgencia? Por supuesto que no hablo de la urgencia del loco. 

La urgencia del loco tiene que ver con el desconocimiento, con la falsa creencia de merecer algo que uno no se ha ganado. Esta es una urgencia... ¿cómo diría yo?... de ladrón.


Cuando pregunto si Elon experimentará la urgencia, me refiero a la urgencia del sabio. La urgencia de aquel que sabe que es ahora cuando hay que hacerlo. Y lo sabe porque es sabio, y esa es su función: Saber.

Me refiero a un sabio dentro de la comunidad.  A un sabio que comunica la urgencia de hacer, y tiene urgencia por ver a la comunidad en acción.

¿Sentirá Elon que no hay comunidad que escuche y que entienda la urgencia? ¿Se agarrará, Elon, la cabeza con las dos manos diciendo: “Pero... es que no lo ves”?

Creo que Elon pocas veces experimenta este tipo de urgencia porque se rodea de gente sabia.


Los indiferentes, los que se mantienen al margen, imagino, que no son bienvenidos en la comunidad de Elon.

Aunque me pregunto ¿por qué Elon sueña con Marte, si vive en una comunidad de sabios?

Sospecho que Elon sueña con Marte porque hay algo inquietante en los terrícolas que conoce. 

Tanta indiferencia se impone, por eso imagino que Elon, algunas veces, también se topa con ella. 

Y la indiferencia irremediablemente te arroja a la urgencia; por lo tanto hay urgencia por ir a Marte.

La indiferencia se caracteriza por mirar hacia otro lado. Es una forma de ceguera elegida adrede.

Elon sabe, porque es sabio, que esta forma de estar en el mundo, abunda.



7.000 millones de indiferentes (soy poeta y mi oficio consiste en gritar y exagerar), eso también tiene que afectar a Elon, aunque vaya en un Tesla. 

7.000 millones de oídos aturdidos por el ruido de una indiferencia que tiene sonido de fútbol y de reggaetón, son una pared insoslayable. Tanto como la Tercera Ley de Newton, que le impide a Elon propulsar cohetes con energía solar.


Sería bonito despegar hacia Marte con energía solar, pero eso no es posible.

Sería bonito un mundo de humanos capaces de amar y capaces de odiar, pero eso no es posible. 

El humano es un ser perezoso. 

Al humano le gusta comer, cagar, y dormir la siesta. Bostezar, y bostezar.


Ay, ay, ay… lo siento, espero no haberte ofendido. Espero que NO pertenezcas a ese grupo. O que seas un idiota, en todo caso.


Me pongo pesada, lo sé. 

Pero es que a mí los indiferentes me agotan, y me hacen trabajar mucho más de lo que quisiera.


Ahora mismo 7.000 millones de humanos están frotando su indiferencia contra algo.

Los humanos, cuando no cagan, frotan cosas: platos, cristales, suelos, carrocerías de coches…

Los indiferentes aman los espejitos y frotan.

Los humanos frotan y compran la lotería, por si cae.

Los humanos frotan y le piden al pequeño dios de su lámpara algo que no se han ganado.

Frotando. Frotando. Pasan la vida intentando brillar . ¿O será, birlar?

Luego se sientan delante de... a frotar y sacarle brillo a su propia indiferencia.


Elon, solito, trabaja por 7000 millones. 


Elon, Elon… I love you.