sábado, 15 de mayo de 2010

Revolutionary (Crónica de Madrid)

Ayer asistí a una tertulia de psicoanalistas. El tema giró en torno a la obra de Richard Yates: Revolutionary Road. No se trató de crítica literaria, por supuesto. El psicoanálisis busca conocimiento, por eso se acerca a todo aquello que se lo facilite, en este caso una novela con personajes en los cuales hincar el diente de la interrogación.
Fue fascinante. Yo asisto a varios eventos similares en apariencia. Actividades poéticas y artísticas de músicos, pintores y escritores, siempre dispuestos a compartir su arte, y que se explayan con la intención de conquistar mis oídos (demasiadas veces perplejos frente a su in/equitativa sordera). Pero los psicoanalistas son un terreno aparte. Ellos escuchan, leen escuchado, oyen escuchando, viven escuchando. Esto los hace únicos. Una cantera sobre la cual florecen frutos exóticos y fértiles.
Me sentí dentro de una Big Band de Jazz donde los solos hacían brillar diferentes ángulos de una pieza compleja, de una verdad inquietante, de unos actos humanos que, en última instancia, resultan insondables. Todo ello sobre un fondo de reflexión intensa, sensible, conmovedora, angustiosa. Pura magia del corazón y del alma. Magia de la palabra que se construye en torno a una herida que intenta sanar.

martes, 4 de mayo de 2010

DO NOT GO GENTLE INTO THAT GOOD NIGHT. Dylan Thomas





Do not go gentle into that good night
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.

Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.

Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.

Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.

Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay,
Rage, rage against the dying of the light.

And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.



NO ENTRES DÓCILMENTE EN ESA BUENA NOCHE

No entres dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,
Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola
Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga
Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y tú, padre mio, allá en tu cima triste,
Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.
No entres dócilmente en esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Poema Victoriano. Regalo de Nelson Mandela








En la noche que me envuelve
negra, como un pozo insondable
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable

En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado
ante las puñaladas del azar
si bien he sangrado, no me he postrado

Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su furia
no obstante, la amenaza de los años, me halla
y me hallará, sin temor

Ya no importa cuán recto haya sido el camino
ni cuantos castigos lleve a la espalda
soy el amo de mi destino
soy el capitán de mi alma