miércoles, 7 de marzo de 2012

EL NIÑO PEQUEÑO

Con su pala extrae a
la mamá muerta del adiós, que
pone en fila
una extravagante mezcla de
lombrices y arañas

El Péndulo de Foucault de Umberto Eco

Es absolutamente genial. Complejo, eso sí. Y difícil de leer si no estas acostumbrado a este tipo de literatura, con fondo poético, donde la trama se desarrolla como una telaraña que te envuelve o te estrangula.
El autor conoce la Edad Media tanto como nuestra época, y es maravilloso dejarse llevar de su mano, y adentrarse en el funcionamiento de las sectas: Su locura, y falta de escrúpulos. Todo ello mezclado con el nacimiento de los programas informáticos, y la corrupción de los editores que especulan con el ego de autores sin talento.
El texto se balancea como un péndulo que te lleva y te trae, dibujando el mapa de la superstición y la estupidez humana; y la bola que lo mueve, como suele ocurrir, es un amor contrariado. A la vez ilustra al lector sobre el objeto que usó Foucault para demostrar el movimiento negado en su día por ciertos religiosos amantes de las hogueras.
En resumen: Una fiesta literaria. ¿El peligro? Vernos empujados a viajar a París a visitar el punto del cual cuelga el universo...
¡Mi enhorabuena a Umberto Eco!