jueves, 13 de enero de 2011

El guardia de (in)seguridad













Siempre he confiado en la bondad de los extraños
Un tranvía llamado deseo


Llevaba diez días en esta jaula de ricos tristes
cuyo único encanto es el sol, la brisa, las gaviotas,
y la marina con sus embarcaciones.
Os lo aseguro, llevaba solamente diez días aquí
cuando se presentó un guardia de seguridad en mi casa:

“Voy a robar un velero. Lo tengo visto hace mucho tiempo. Nadie lo usa. Podemos atravesar el Atlántico. Conozco los vientos que llevan allí…
Princesa”

“Allí” era Sudamérica.

Le pregunté si conocía el camino de regreso y respondió que no,
que ya preguntaría.





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