lunes, 29 de mayo de 2017

Chanel, Crash y yo



Chanel y yo traducimos las oscuridades y las luces de nuestro misterio 

al lenguaje de las pupilas, las orejas, la cola, el olfato, la lengua -que lame confiada, 

las uñas -que abrazan hasta rasgar y hacer sangre


Ella y yo, por instinto, por reflejo, incluso sin saber apenas hacerlo, 

conseguimos que nuestro mundo interior encuentre un afuera benigno

y nos reconocemos la una en la otra respirando, maullando, 

como un festejo robado al desconcierto 

de existir sin saber qué somos, qué hacemos, hasta cuándo, dónde irá a parar 

todo esto


Somos chicas. Y no es fácil. 


Nuestras vísceras se extienden hasta el borde y, a veces, 

cantan versos sinuosos como pisadas que no pisaran el suelo. 

Nuestros versos zigzaguean, retozan, ronronean, aúllan, se enloquecen

y corren abismo abajo en pos de esa gramática de las sombras y los rayos de vida 

que nos retuercen

panza adentro


Vivimos con Crash, que es gato, y duerme y come y caza pájaros y zapatea con las uñas cuando algo 

no le gusta.


Somos chicas de pisadas suaves y miradas claras 

y no hay redención para nosotras, 

solo belleza 

y una ventana que del otro lado 

es pared invencible

Soledad de quienes no saben hablar el lenguaje que se aloja entre dos miradas, 

el olor del aire, el calor de la piel, los saltos, el contoneo del vientre o la cola


Una ventana 

de la cual protejo a Crash y a Chanel

Un exterior del cual


ellos también me protegen