sábado, 29 de octubre de 2016

DESTINO CON TREN



Él dice que pinta viñas en la nieve
Yo leo
el testimonio del mal escrito en los huesos

Él dice que carga balas para cazar
Yo veo
lápices de colores para pintar viñas

y camino hacia mi encrucijada de cuatro sombras
en el hacer de sus dedos:

"el hombre que tira la moneda
el niño que se arroja al agua
la niña que interroga a sus muertos
el padre que trabaja en las viñas"

En el centro del cuadro
el amo levanta una copa y, bebe
a su propia salud 

Sobre el lienzo, de seda, cuando el pintor despierta,
corre una niña
un niño chapotea en el agua, desnudo,
y el destino de los muertos canta 
la tragedia de un padre que trabaja bajo el yugo 
del amo,

amo que bebe y no deja de beber, 
a su propia salud

En la arpillera de la luz
el pintor hilvana un pasillo bordado de agujeros:

¿Cómo elegir la puerta?, pregunta la niña
¿Cómo elegir la vida?, pregunta el ahogado
¿Cómo responder a la niña?, preguntan los huesos
¿Cómo romper el yugo?, pregunta el hombre

La mano se levanta en las pesadillas del amo
mientras yo despierto en un tren 
que atraviesa 
un duelo de balas
en los ojos de un pintor


(De Sara Veiras en agradecimiento a la exposición de Bradi Lomsianidze de Georgia, en Casa de Vacas, Parque Retiro, Madrid, Octubre del 2016)

lunes, 24 de octubre de 2016

MOMENTOS


unas experiencias empujan 
a las otras

Detalles como trepar, observar con los ojos
fijos
desperezarse o bostezar
despliegan los instantes del cuerpo
en un baile 

Ella existe
sumergida en la primera vez

Ella huele y lame
con un entusiasmo febril
Ella, 
y su forma particular de emoción

La paciencia
 
prueba irrefutable de un transitar
que se desliza como un carro 
enganchado a los misterios
Es la costumbre

la costumbre
entre los miembros de la casa
estirar los dedos y la espalda

Ella y yo nos estiramos hacia la ventana 
mirador de los hechos:

Afuera se parlotea, se cacarea, se chismorrea, se degrada, y más, y más. 

Dentro, al cobijo de la leña que arde,
los ojos exaltan el deseo
que retorna en la humedad de la lengua

Sobre la alfombra los andares 
rememoran el goce de levitar
aunque a veces corramos
a causa del júbilo.

Así conjugamos, ella y yo, 
quizás solo yo, 
el verbo Estar:
En el despliegue de esta luz hecha de miradas

Bebemos y comemos por separado.

A veces llueve
A veces vienen los amigos
Poco más.

¿Lo habremos hecho bien?
pregunta antes del olvido
ya transitados, los momentos

sábado, 24 de septiembre de 2016

VERSOS CON GATA Y SOL

La coreografía del baile mundial exige un automatismo 
no apto para disléxicos
Yo, disléxica, caigo y sangro y paso hambre en un rincón
Mi única sombrilla es un sol bajo el cual nada puedo ocultar, y
A causa de tanta luz, he sido descubierta y rechazada
Por la compañía de los vendedores de hielo

Bajo el sol he buscado la palabra
Bajo el sol he leído los libros antiguos

Mi destino está escrito en las piedras. Han dicho
Ser una gata callejera, caer en mi patio
Remover la tierra con las yemas desolladas de mis dedos
Han dicho.

Bajo el sol remuevo la tierra de mi montículo personal e intransferible
Araño la piel de la tierra debajo de la cual hay más tierra
Tierra que entierra mi desenterrar interminable

A veces descaso bailando con mi sombra bajo un árbol sin dueño


jueves, 7 de abril de 2016

El testimonio de Toro Sentado




https://youtu.be/t6ZlA9H1X1c  

EL TESTIMONIO DE TORO SENTADO

Son personas que quieren existir. Yo también quiero existir.
Son personas que quieren más espacio para existir y me empujan en su afán por hacerse con más espacio para existir.
Son personas que vienen de una tierra plana y creen que empujar es hacer caer.
Yo me desplazo un poco y no me caigo. La tierra se curva bajo mis pies y yo logro existir sobre la tierra redonda, que es mi amiga, sin caer.
Son personas aterrorizadas ante la posibilidad de perder el espacio que consideran conquistado y se juntan unas con otras para defender ese espacio que llaman suyo, y hacen una piña y juntas me empujan con fuerza para que yo no ponga en riesgo ese lugar donde creen existir. 
¡Qué gran esfuerzo hago para mantenerme de pie! La tierra redonda me sostiene en una curva peligrosa y yo me balanceo y logro mantenerme de pie en un trozo de terreno que está un poco más allá, donde no hay agua.

Son personas que gastan mucha agua en la ducha, dicen que así se despiertan mejor para existir.
Son personas que gastan mucha agua en las piscinas, dicen que ahí descansan mejor después de tanto existir.
Son personas que odian las manchas y el polvo y el dejar estar la tierra tal como está. 
Son personas que crean objetos para borrar las manchas y liberarse del polvo y de la maleza que consideran molesta y que necesitan podar para existir.
Son personas que creen que toda la tierra es suya y vuelven a por más, vuelven en grupo para despojarme de mi refugio árido y sin agua.

Son personas que se trasladan sobre vehículos de cuatro ruedas enormes. Ruedas que trasladan unas cisternas enormes. Cisternas llenas de agua para humedecer la tierra y convertirla en buena para existir.
Son personas que poseen una pala mecánica. Una pala construida con un material punzante y de una fuerza imposible de superar.

Y yo caigo.
Y muerdo el polvo.
Y miro de reojo.

Contra el polvo no existo igual que cuando estaba de pie. Contra el polvo miro de reojo y veo crecer un jardín verde con rosales y otras flores de gran belleza para regocijo de quienes quieren existir más y más cada día, engrosando la tierra plana con toneladas de su tipo ideal de existencia.

Son personas que necesitan tierras fértiles para engordar al ganado y luego necesitan comerlo y luego necesitan purgar su propia carne de la grasa acumulada a fuerza de tanto comer.
Son personas que se limpian por dentro después de haberse ensuciado y que engullen las bendiciones verdes que brotan a la orilla del agua traída por las cisternas arrastradas por esas ruedas enormes que aplastan la tierra, 
y me aplastan a mí,
que he caído y muerdo el polvo hasta quedar transformado en tierra desterrada 
incapaz 
de existir.

miércoles, 6 de abril de 2016

LA ACADEMIA DE LAS MUSAS José Luis Guerín



LA ACADEMIA DE LAS MUSAS 
José Luis Guerín

Me fascinó esta película. La belleza de las conversaciones y los rostros en busca de la palabra que pueda representar el pensamiento y comunicarlo al otro, la inevitable derrota de los gestos que delatan el desencuentro y el malentendido, los planos de los personajes detrás de un cristal que los desfigura, diluyendo su imagen y revitalizando la palabra; esa forma de filmar las escenas, donde se conversa dando la espalda, acentuando el valor del sonido y de la voz y de la música como elementos primogénitos en la constitución del mundo que llamamos humano, y la posibilidad de convocar al sonido -como canto que es refugio- en ese lugar donde el decir topa con la impotencia. 

La búsqueda del camino de la vida del personaje principal, un profesor de literatura, está entretejida con la palabra que pueda nombrar su deseo, y a través de él, su existencia. Una palabra capaz de ponerse delante como una musa, una inspiración o una Ítaca, y que nunca podrá alcanzar, aunque la invente -como hizo Dante- y le adjudique la imagen de un divino detalle esfímero: el brillo en la nariz. Todo invento, en la perspectiva de la muerte, constituye un copo de nieve.

El profesor hace su viaje en un barco que naufraga en el malentendido, sabiendo que ése es el único barco posible para él. "Del lenguaje no se sale", nos dice. Inventar o morir, he pensado yo ante este drama; y, a veces con pasión, y otras con resignación, el profesor inventa un pacto de muerte, una visita al averno, una conversación con la pitonisa, unos sonetos que solo verán la luz tras su muerte.

Con "La academia de las musas" volví a mis clases de literatura, al momento donde experimenté mi propia vitalidad para alimentar un discurso en el cual alojarme como persona; un discurso construido y deconstruido, a veces junto a otros, y a veces contra otros, incluyendo los múltiples matices que caben entre estos dos extremos. Refresqué esa sexualidad que se mezcla con la conversación, esa forma de desnudar los cuerpos para facilitar la cópula de las voces. Y por sobre todo la sexualidad como pulsión, alejada del instinto, donde el acto alimenta el relato de la propia existencia y saca a la palestra las grandes preguntas: ¿Qué quiero? ¿Cómo amo? ¿Hasta dónde podré ceder antes de morir?

Sentí una gran tristeza por la soledad subjetiva del profesor, un sujeto entretejido, y en cierto modo asfixiado, por el conocimiento de su propia materia: la poesía. Un creyente ateo, militante de la palabra que le da vida, mientras sabe y experimenta -en el acto de la escritura y en la demanda de la musa viva- que la palabra está muerta: No hay nada que hacer, "La poesía es un diálogo con los muertos". 

Creo que esta película remite a esa soledad que nos embarga cuando nos embarcamos en la búsqueda del sentido de la existencia, y desde este ángulo me vi sumergida en una experiencia literaria de gran fuerza. Experimenté la película como un espejo en el cual se nos invita a colocarnos en el punto de fuga del sentido, y me acerqué al personaje principal como a un sujeto desamparado por el saber y en busca de un interlocutor. Un personaje frágil que pide auxilio a su manera, mientras sabe que no hay alguien al otro lado. El lenguaje no responde. La palabra mata la cosa. Nos queda el consuelo de la música. Imitar los sonidos de la tierra en ese momento de extasis que nos sumerge en la inconsciencia convocada por las voces sin mensaje de los cantores/pastores.

jueves, 10 de marzo de 2016

África y yo


A veces siento ganas de rendirme y alucinar contigo y comer las hojas de los árboles y recorrer descalza el África profunda y más,
más locura que exactitud. 
Otras me refugio en un McBarbari y bebo café a un precio de ganga en un ambiente refrigerado y limpio mientras afuera el mundo se incendia, y sé que todo lo que poseo y como y bebo y se me sirve, antes ha sido tocado por las manos de los esclavos modernos, 
por las mujeres que han dejado a sus hombres atrás, con el deseo apuntando al techo, para saltar de la cama y precipitarse a vender las caricias de sus manos en este refrigerador.
Y yo, aquí, bebiendo café, en este lugar que no es el mío, y pensando en tu locura irremediable. 
Amor. 
Amor que no encuentras un camino posible porque corres demasiado hambriento y en zigzag.
Imposible es tu nombre, y Jamás es tu nombre, y Quizás... es tu nombre

Quizás si me sentara a esperar...

Pero yo elijo este viaje de tinta y papel en el que reman mis metáforas hacia el país de la huida. Yo floto en una bañera de agua turquesa y caliente que se vacía poco a poco ante los ojos ciegos de los esclavos, y chapoteo en un plato de medusas a rebozar, que atrae a las aves prehistóricas, 
mis amigas. 
Yo, que a veces siento ganas de rendirme y alucinar contigo y comer las hojas de los árboles, soy la única que puede nadar en este mar de medusas sin correr peligro, porque este no es mi lugar y ellas, las aves que viven en el horizonte, saben quién soy, saben que llegaré tarde porque está escrito en mis huesos.
Nunca y Siempre son los nombres de mis barcos. Cuatro velas de risas y carcajadas por cada uno de ellos frente a este despropósito de seres aterrados por los huracanes que podrían llegar.

Pero... dime, mujer ¿por qué limpias con tanto ahínco, si viene un huracán? Ella no me escucha. Insiste en aplicar la lejía de su indiferencia sobre el suelo y la silla, y yo sufro por el mástil vacío de su hombre que apuntala el techo henchido de inutilidad. Y pienso en ti, que buscas una nueva forma de esclavitud solitaria.

Mástil que no cesa... Yo
la que quizás se rinda y se ponga a alucinar

porque son hondas como el mar 
estas ganas
y la palabra África es un árbol que percute
mi confesión irremediable sobre la piel del viento
y mi cuerpo, resuena con exactitud
en la noche,
a la luz de la luna

Mi cuerpo rendido
que hoy ha empezado 
a comerse las hojas de un árbol de mango.

viernes, 1 de enero de 2016

Gracias, 2015, has sido maravilloso.

Soñaría con tu sonrisa 
con mi mirada descalza pisando el barro recién amanecido de tus ojos
con el primer café del 2016 bebido a tu lado y a los pies de la Alhambra.

Soñaría con tu voz trémula en busca de las mejores palabras del español para desvelarme el sentido de una noticia de economía internacional;
soñaría, porque para el soñar no hay felicidad esquiva.

Yo, 
que despierta piso esta playa de Abidjan y escucho, en un francés que no teme la imperfección, describir mi belleza de una manera irrepetible.

Yo, 
que río con el loco desorden de estas olas, y bailo, también en desorden,
entre los dedos de un percusionista.

Miami. Verde dólar.
Mi casa. Mi árbol de melocotones.
Mi "Ángeles caídos".
Viajar. Viajar. Viajar.
Amor, entre vientre y espalda.