Chanel y yo traducimos las oscuridades y las luces de nuestro misterio
al lenguaje de las pupilas, las orejas, la cola, el olfato, la lengua -que lame confiada,
las uñas -que abrazan hasta rasgar y hacer sangre
Ella y yo, por instinto, por reflejo, incluso sin saber apenas hacerlo,
conseguimos que nuestro mundo interior encuentre un afuera benigno
y nos reconocemos la una en la otra respirando, maullando,
como un festejo robado al desconcierto
de existir sin saber qué somos, qué hacemos, hasta cuándo, dónde irá a parar
todo esto
Somos chicas. Y no es fácil.
Nuestras vísceras se extienden hasta el borde y, a veces,
cantan versos sinuosos como pisadas que no pisaran el suelo.
Nuestros versos zigzaguean, retozan, ronronean, aúllan, se enloquecen
y corren abismo abajo en pos de esa gramática de las sombras y los rayos de vida
que nos retuercen
panza adentro
Vivimos con Crash, que es gato, y duerme y come y caza pájaros y zapatea con las uñas cuando algo
no le gusta.
Somos chicas de pisadas suaves y miradas claras
y no hay redención para nosotras,
solo belleza
y una ventana que del otro lado
es pared invencible
Soledad de quienes no saben hablar el lenguaje que se aloja entre dos miradas,
el olor del aire, el calor de la piel, los saltos, el contoneo del vientre o la cola
Una ventana
de la cual protejo a Crash y a Chanel
Un exterior del cual
ellos también me protegen
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