miércoles, 25 de julio de 2012

LOS SERES, quince

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Murieron al poco de nacer, unos quince días después, no lo recuerdo.

Eran débiles. Fueron alimentados con ideas débiles.

No tenían alegría, solo intentaban atravesar las tormentas
bajo techos de zinc donde la lluvia calaba unos sueños de amor que
resistieron solo quince días.

En realidad se formó una laguna de cianuro alrededor de la cosa y en la línea del tejado se envenenaron las sonrisas.

Venían de un terreno donde cultivar no era posible.

Fueron armando la penuria en su constancia y llegó el día de la verdad.

Calló como un hacha sobre el vértigo de vivir en semejante torpeza.

Fueron verdes antes de tiempo y verdes quedaron para siempre.

Sin modo de salir de un pozo destinado a ser ciego, ahora son los últimos de la fila y huelen mal.



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